lunes, 20 de octubre de 2008














MI BELLA DAMA





Tarde primaveral.La calle quieta. Atardece. La calle Malvinas lucía sus árboles con el esplendor de verdes engamados.


El barrio tranquilo. Algún que otro vecino pasaba en bicicleta y un silbido se iba perdiendo desde Francisco Bilbao hasta Monte y rompía el silencio que de tan silencioso se hacía aburrido.

Los pequeños lucían brillantes sus zapatillas blancas producto de la tiza en polvo, casi nuevecitas, envidia de los otros chicos de la cuadra. Muchas veces la mayor y la menor pelearon para defender al del medio que se quedaba corto en la atropellada.


Ya sentados los tres en el umbral de la puerta, la ventana del çomedor se abría y la dama rubia del peinado con rodete a lo Evita, echaba la mirada acostumbrada y reconvenciones " quietitos ahí, no se vayan del umbral, no crucen la calle"... Era lo esperado de todas las tardes. Y una vez ella tranquila, comenzaba el concierto de piano.


Empezaba siempre con "Inspiración", seguro luego "Tinta roja", " El motivo", "La última copa", "Desencuentro", pero cuando venía "Fumando espero", el niño entraba corriendo, se ubicaba bien cerquita y acompañaba.. "fumar es un placer, genial, sensual, fumando espero al hombre que yo quiero..." y cuando llegaba a "·los cristales de aquellos ventanales " las chicas se asomaban para ver y oír a quien ni sabía de qué se trataba lo que estaba cantando. Cuando escuchaban "La que nunca tuvo novio" ellas tampoco entendían y al compás de "Garúa", imaginaban las botas y los impermeables.


Este ritual, con cambio de temas, pasó a ser el concierto de las reuniones familiares, acompañando a los coros que se formaban con pedidos aún de los temas que nunca había interpretado. ¡ Porque de tango, de tango y orquesta tenía mucha experiencia!


Épocas lejanas, años que no necesitan borrarse.


Fuiste mi pianista preferida, vos, que traías tu historia como profesora de violín cuando apenas contabas trece años. Vos que ya para entonces dabas clases en el Conservatorio donde estudiaste, vos que fuiste Directora de orquesta de mujeres, con tu mágico violín, tus trajes de noche comprados de segunda mano iluminando con tu belleza el palco desde donde mirabas al público de tantos cafés de la calle Lavalle.


Aún te veo con tus ochenta y pico, mamina, poniendo el pie en la sordina y tus manos en el teclado con la pulsación de hombre, como Luis Visca o Horacio Salgán .


Mamá, todavía te escucho, te veo.
Sigo admirando tu oído exquisito, tu estilo, tu forma de interpretar, Algo muy dentro mío.


"A la gran muñeca" sonó fuerte cuando nos dejaste para seguir acompañándonos siempre.

2 comentarios:

Maria Rosa dijo...

HERMOSO RECUERDO, LLENO DE AMOR PARA EL DÍA DE MAMÁ.
CARIÑOS
MARIA ROSA

mercedes saenz dijo...

Sonia! Primero me parece un relato, después otro y después otro, me encantó. Todas las emociones que dibujaste. Primero contado con prolijidad, con detalle y después cuàndo sentas a mamina en el piano!!!!! Los títulos de los temas, cómo se van acoplando los hijos! No me digas exagerada, a mi me llegó al alma. Estos escritos tuyos me gustan mucho Sonia, vienen desde lejos con mucha ternura!!! Un abrazo enorme. Merci